
Fuerte Olimpo: fallece el hombre de las mil profesiones
Su fallecimiento en Buenos Aires, donde fue llevado por sus familiares en busca de un mejor tratamiento, marca el fin de una vida llena de dedicación y esfuerzo. Su historia deja un gran testimoni...
Su fallecimiento en Buenos Aires, donde fue llevado por sus familiares en busca de un mejor tratamiento, marca el fin de una vida llena de dedicación y esfuerzo. Su historia deja un gran testimonio sobre el valor del trabajo y la importancia de realizar actividades que, en su tiempo, eran poco comunes en esta región del Chaco. Sin duda compromiso y entrega seguirán inspirando a muchos.
Don Rigo, como todos lo llamaban cariñosamente, no solo fue un hombre dedicado al trabajo y a mantener en marcha el reloj de la Catedral, sino que también tenía un talento especial para alegrar las fiestas y eventos sociales en su comunidad. Sus años mozo los dedicó a ser un Disyei, un DJ de la época, y las historias de cómo alzaba en una carretilla un parlante, un bafle, una enorme radio grabadora y una batería de vehículo para animar las celebraciones son realmente entrañables.
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También se destacó como maestro constructor, dejando una huella muy importante en su comunidad. Gracias a sus habilidades, logró construir viviendas que seguramente ayudaron a mejorar la vida de muchas familias. Luego, su talento lo llevó a Bahía Negra, donde se encargó de edificar el local parroquial.
En sus tiempos libres, las personas, y sobre todo los ganaderos, le llevaban sus armas de fuego para que el trabajador las reparara o simplemente para que perfeccionara la puntería desviada del rifle o el revólver. Recuerdan las personas que tenía una habilidad para esta tarea.
Antes de que Fuerte Olimpo contara con el servicio de la energía eléctrica provista por la Administración Nacional de Electricidad, Don Rigo era el encargado de mantener activo el servicio que prestaba la Municipalidad a través de un enorme motor generador a diésel, con el cual se lograba iluminar a toda la población y los hogares por un determinado tiempo durante el día.
Era común verle al señor a bordo de su bicicleta y con la escalera al hombro, recorriendo las calles para realizar el cambio de algún foco del alumbrado público, o simplemente buscando solucionar algún problema del tendido eléctrico, y así dar un servicio elemental, aunque sea por algunas horas, a toda la comunidad.
En aquella época había pocos vehículos en la población, solo unos pocos camiones que trajeron los religiosos y una que otra motocicleta. Lo difícil era conseguir un mecánico, por lo que Don Rigoberto también incursionó en este ramo, y lo hacía perfectamente, según testimonio de personas de ese entonces.
El hombre se encargaba de reparar todo tipo de elementos del hogar, desde una máquina de coser hasta una heladera a gas o a querosén, que era la que se usaba por entonces, cuando no se tenía servicio de energía eléctrica las 24 horas, y lo mejor era que inventaba los repuestos.
Reloj de pared de la CatedralOtra de las habilidades de este multifacético hombre era la de mantener activo el reloj de pared de la Catedral de esta comunidad, actividad que realizó por más de 50 años, para lo cual semanalmente debía subir hasta la cima del cerro donde se encuentra la magnífica construcción, y luego escalar las gradas de la torre de más de 40 metros para llegar hasta el enorme reloj.
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El aparato funciona a cuerdas, por lo que cada fin de semana debía subir para darle manijas, como él mismo lo describía, y cada 30 días realizar un mantenimiento general de las viejas piezas de hierro que funcionan a la perfección, gracias al excelente estado de conservación.
Al costado de las torres de la Catedral se colocaban parlantes que servían para dar anuncios a toda la población sobre todo tipo de eventos sociales que se realizarían dentro de la comunidad. Esta actividad también estaba a cargo de este recordado trabajador.
En los últimos tiempos de su vida, Don Rigoberto vivió en la pobreza, aquejado de una enfermedad, por lo que sus familiares lo llevaron primeramente a la capital del país y luego a la Argentina, donde falleció este martes a la edad de 84 años, dejando todo un legado de apego al trabajo en su recordada Fuerte Olimpo.