
El último Vertua: la historia de la confitería narrada con nostalgia de aquellos tiempos
Los hermanos Batista y Francisco Vertua llegaron a Paraguay desde Italia, con basto conocimiento de confitería italiana y con la intención de innovar, en una ...
Los hermanos Batista y Francisco Vertua llegaron a Paraguay desde Italia, con basto conocimiento de confitería italiana y con la intención de innovar, en una Asunción incipiente, donde los jóvenes de la época ansiaban un lugar donde reunirse, escuchar buena música y explorar postres para ellos desconocidos, que luego se convertirían en un verdadero emblema de la juventud asuncena.
Francisco Vertua, lleva el nombre de su padre y es “el último Vertua” que vivió la experiencia de crecer y trabajar en la confitería de su familia. Si bien, Francisco tiene hijos, incluso uno de ellos se dedica a la gastronomía, ya nacieron en una época donde “el Vertua” se había convertido en parte de la historia familiar.
Escaparon de la guerraLos hermanos Francisco y Batista Vertua llegan a Paraguay en el año 1935, mientras que en su natal Italia se desarrollaba la Guerra Ítalo-Etíope (1935-1936).
Lograron escapar y llegaron a nuestro país, no sin antes haber enviado a un emisario para estudiar el ambiente. Fue un familiar de ellos, el primer adelantado, recuerda con nostalgia Francisco Vertua, hijo.
El Vertúa en la Manzana de la RiveraEl local de la Confitería Vertua estuvo primeramente ubicado en la Manzana de la Rivera, en un sector muy pequeño.
La mudanza a la calle Palma se da luego de que los hermanos Vertua llegaran a un acuerdo con los miembros de la Sociedad Italia de Mutuo Socorro.
De esta manera, la Confitería Vertua funcionaba en la parte de abajo del edificio de la Sociedad Italia de Mutuo Socorro, que permaneció en el piso de arriba.
“El Vertua permaneció en ese edificio desde el año 1936 o 1938, hasta 1996″ comenta Francisco mientras mira algunas fotos de él, siendo pequeño, junto a su padre en la camioneta de reparto de la Confitería.
Primaveras eran las de antes, al menos sobre calle Palma
El inicio del VertuaComenzaron haciendo pastillas, “como los Billiken, de antes” pero con diferentes diseños, además de los helados palito.
Fueron agregando de a poco algunos dulces de confitería, hasta la mudanza a la calle Palma, donde ya lograron adquirir hornos y formar el área de producción, en el fondo de la propiedad.
La familia Vertua en Paraguay se agrandabaLlegaron las hermanas Alba y Josefina (Lina). “Alba era la hermana mayor que llegó con su marido y Lina, mucho más joven vino soltera, pero conoció al que luego sería su marido, que ya trabajaba en la confitería. Formó una hermosa familia con el encargado de producción, Rubén Cáceres”, cuenta Francisco.
Francisco Vertua (padre) también conoció al amor de su vida en Paraguay, una paraguaya con descendencia catalana, con quien formó una familia, con un hijo, Francisco, “el último Vertua”.
Pero no se puede dejar de mencionar a Ana María Cáceres Vertua, hija de Lina Vertua, la hermana más joven, casada con el paraguayo Rubén Cáceres, a quien conoció trabajando en la confitería.
El último VertuaSi bien Francisco tiene hijos y nietos que seguirán con el apellido, él es el último Vertua que vivió mientras la confitería seguía vigente.
Tenía 15 años cuando comenzó a trabajar en el negocio familiar, aunque desde que tiene uso de razón, siempre estaba en la confitería, acompañando a sus padres.
Comenzó trabajando como “piletero” cuyo trabajo consistía en lavar las copas y otros utensilios utilizados en el área de producción.
Unas 8 personas eran las que trabajaban en el Vertua, todos paraguayos, bajo el mando de los hermanos italianos.
Entre ellos se destacaban el hornero; el panadero; tres confiteros, los hermanos Valdi y el piletero.
El salón blancoUno de los recuerdos más maravillosos de aquella juventud ochentosa, es el denominado “salón blanco” del Vertua, donde disfrutaban de grandes actividades.
Todo el mobiliario era de mimbre, pintados en color blanco y en un rincón resaltaba una cortina roja, dividiendo el lugar para que sea prácticamente privado en un sector.
Los días sábados, el salón blanco era bailable y según anécdotas de varias personas, muchas parejas hasta hoy vigentes, cruzaron allí las primeras miradas.
Era el lugar del encuentro en Asunción, hasta donde acudían vestidos de un impecable traje blanco, con gran elegancia, recuerda Francisco Vertua.
En el salón blanco, las orquestas de época deleitaban a las familias con sus voces, con su alegría, que ponía a bailar a todos. También era utilizado para eventos privados, como bodas y cumpleaños.
El maestro Rudy Hein era uno de los músicos que deleitaba con su talento musical a jóvenes y no tan jóvenes.
Francisco recuerda también todo el esfuerzo que hicieron su padre y su tío para lograr la utilización de la calle para sacar las mesas al aire libre. Si bien, no consiguieron eso, se les permitió utilizar la vereda, para tal efecto.
Por su parte, la Asociación de Músicos contaba con un espacio que utilizaban como oficina, donde recibían las convocatorias e invitaciones para las “tocadas” y firmaban contratos en ese lugar.
El delivery del VertuaEn aquella Asunción de los 80, los visionarios hermanos Vertua ya contaban con un vehículo con el logo de la empresa y realizaban entregas a domicilio, el delivery de la época.
“Cuando yo era muy chico, salía a pasear con mi papá, mientras él se encargaba del reparto, pero ahí aprendí. Cuando ya tuve edad para contar con registro de conducir, también hice ese trabajo, ya conocía a todos los clientes” cuenta Francisco, sentado en el comedor de su casa, en una tarde un tanto calurosa.
El helado portuguesa del VertuaTodos recuerdan el helado de portuguesa del Vertua, que tenía ingredientes especialmente traídos de Italia. “Estaba hecho con vino oporto, uva pasa y leche en polvo” indica Francisco.
También se utilizaba coco que llega a nuestro país desde Ceilandia y cocoa que era traído desde la India.
“Nada había acá, se traía todo de Italia, Alemania y otros países, a un costo elevado y tardaba mucho en llegar” especifica Francisco.
El dictador Alfredo Stroessner desayunaba en el VertuaTodos los días a las 06:00 de la mañana el Vertua abría sus puertas para que el mandatario de turno, el dictador Alfredo Stroessner, tomara un café antes de iniciar su jornada laboral. Llegaba con todos sus escoltas, a bordo de “la caperucita roja”.
“Él era el primero en ingresar, tomaba un café y se iba. Por eso abríamos a las 06:00, pero desde las 04:00 ya se trabajaba en la producción” recuerda Francisco.
Otras de las familias habitué eran los Domínguez y HDD, también menciona.
Canastas navideñasEl único lugar que armaba canastas navideñas y de fin de año, era el Vetua, por lo que las autoridades nacionales hacían los pedidos más costosos, meses antes. La mayoría para ministros y siempre la más fastuosa era para el Presidente.
Las canastas contenían whisky, bermut, fernet, bomboneras, todo tipo de chocolates, pan dulce especial, latas de membrillo y una infinidad de otros productos.
“Las canastas no eran como las que conocemos hoy. Tenían forma de barco y eran muy grandes, el costo era entre G. 900.000 y otros pasaban el millón de guaraníes” recuerda.