Juego del inestable Ciclón ofrece múltiples colores

Las dos caras de Cerro Porteño. Eléctrico de mitad de cancha para arriba y tambaleante en defensa. Encontrar equilibrio jugando de local, teniendo el claro favoritismo, resulta difícil.

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El desbalance azulgrana facilitó la anotación del 2 de Mayo. Una infracción evitable de Gastón Giménez sobre Barreto le dio al Gallo un tiro libre mediante el cual movió el tablero. Un picotazo inesperado para el desarrollo del juego.

Envío aéreo de Aragón conectado por César Ramírez para marcar en segunda instancia, ya que su cabezazo, realizado tras ganarle hasta con cierta facilidad a Peralta, había sido rebotado por Arias.

Al Ciclón le costó más de la cuenta llegar al empate, que vino tras una combinación entre los Domínguez, Fabricio y Cecilio, para la asistencia del #10 a Jonatan Torres, quien definió con golpe de taco.

El uno iguales con el que se cerró la fracción inicial se ajustaba más al desarrollo del espectáculo, porque si bien el “2” tuvo algunas ocasiones peligrosas, su volumen de juego era inferior al rival que necesitaba hacer algún ajuste de rosca para alcanzar la victoria.

En el segundo tiempo, un fallido intento de control del balón con el pecho de Cecilio derivó en la fantástica conversión de chilena de Matías Cáceres, al más puro estilo fútbol de playa, de espaldas al arco.

Lidiando contra su propio nerviosismo, Cerro fue al frente e igualó tras un pase de bigote Domínguez a Peralta y la apertura de este para la finalización de Araújo.

Mathías Martínez fue expulsado por juego brusco grave contra Riveros y en tiempo adicional, un envío de Aguayo fue rebotado por Ángel Martínez para el premio “gordo” de Aliseda, autor del tanto de la victoria.

Los fanáticos cerristas terminaron contemplando mentalmente los colores del atardecer, rojo, naranja, amarillo, rosado, violeta y azul.